Darse de baja

A veces quisiera darme de baja.

Pero la vida real es como esas páginas web donde te puedes dar de alta pero no puedes borrarte. En cuanto naces ¡zas! te encasquetan un nombre, un sexo, un país y una religión. Y antes de que te hayas dado cuenta te llamas Odiseo, eres hombre, español y católico (apostólico y romano para mayor inri, valga el pleonasmo).

Y a veces quisieras llamarte de otro modo y eso es, cuanto menos, engorroso.

Y cuando te avergüenzas de compartir género con quien practica la violencia contra el otro género, no puedes darte de baja, al menos de una forma fácil y directa.

Y cuando sientes miedo de quien te gobierna, y quisieras darte de baja del país no sabes cómo hacerlo, no vayan a declararte desleal y traidor y acabes siendo un apátrida.

Y cuando piensas en esos santos varones que hicieron votos de pobreza y que viven en la opulencia mientras los pobres mueren de hambre, o que hicieron voto de castidad y abusan de niños, y te entran unas ganas atroces de que no te cuenten como uno de ellos, ni siquiera en términos estadísticos, entonces resulta que el proceso de la apostasía es el único camino.

Ganas me dan de darme de baja de la humanidad. Pero eso si que es tremendamente complicado. Y mientras escribo esto mi perro me mira con una mirada tan humana... ¿Pondré yo, a sus ojos, una mirada canina?

De: Oze (El Erizo Azul)

Fecha: 2003-06-04 07:00

Magnífico escrito... aunque desgraciadamente cierto... Saludos.

De: Anonymous

Fecha: 2003-12-19 07:33

Darse de baja

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