Odisea |
Un viaje interior |
El terror y la músicaContemplo, aterrorizado, lo que Polanski me transmite. No hay tregua. Desde los primeros minutos de película, El pianista te clava sus garras feroces y no te suelta hasta que llegas, agotado, al último plano. Durante el trayecto hay de todo: miedo, angustia, ternura, emoción, ironía. Todo servido magistralmente por el director, con un trabajo de actores soberbio. Esto, en mi opinión, es lo que se me ocurre decir después de asistir anoche a esta experiencia, que no consistió solo en "ir al cine", sino algo más, algo inolvidable.Viendo la vida de Szpilman, el pianista polaco, en aquellos años del gueto de Varsovia, tengo la sensación de que no estoy viendo una película, ni siquiera un documental. Tengo la extraña certeza de estar contemplando la realidad. Increíble, sin duda, pero tan auténtica que me trago el metraje de una sola vez, sin anestesia, boquiabierto, en medio de un silencio sepulcral. Porque El pianista sabe materializar el terror. Lo ofrece en estado puro. Te identificas y sientes miedo. El pánico es no saber lo que te ocurrirá en el minuto siguiente, ignorar si te quedan solo unos segundos de vida o tal vez unas horas o acaso unos meses. Habla de muchas otras cosas: de la dignidad, de la solidaridad, de la supervivencia. Y la música como telón de fondo, como bálsamo, como hilo que une a la cordura, como punto de encuentro entre seres humanos. El pianista es excesiva y por ello me cuesta expresarme. Supongo que contiene escenas inolvidables, de esas que permanecen en la memoria mucho tiempo y son capaces de evocar todos los significados. La película hierve de momentos imborrables: los soldados entrando en la casa de enfrente de la familia Szpilman, el hombre que devora el puchero de una pobre mujer, la chica que pregunta a un soldado alemán a dónde los llevan, la compra del caramelo y tantas otras. Los títulos de crédito finales, sobre una ejecución pianística (¿como es posible que alguien pueda obrar el milagro de interpretar a Chopin?), sirven para darnos un respiro, para reflexionar sobre la guerra, sobre la música y sobre todo sobre la condición humana. Algunos piensan que este asunto está muy visto, les da pereza ver ésta película, les incomoda o, simplemente, no van al cine para no ver sufrir. Yo por el contrario les recomiendo que vayan, que por unas horas estén dispuestos a que esta pequeña maravilla obre su magia y les exija todo. La viuda de Szpilman lo declaró en una entrevista y no se me ocurre mejor forma de decirlo: No deje de verla. ¡Toda la juventud europea debería ver esta película! Para descubrir la historia de Europa, para saber de qué podemos ser capaces, para conocernos mejor" 2003-01-29 a las 08:57 | Odiseo | 2 Comentarios | # Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://odisea.blogalia.com//trackbacks/5084
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