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Odisea |
Un viaje interior | ![]() |
Y tú ¿qué estabas haciendo? Hoy todos podemos recordar qué estábamos haciendo hace un año. Y lo recordaremos durante mucho tiempo porque los grandes acontecimientos activan un tipo de recuerdo denominado memoria flash (flashbulb memory). En su interesantísimo libro En busca de la memoria, el psicólogo cognitivo Daniel Schacter dedica un capítulo a explicar este fenómeno en el que posiblemente intervengan estructuras cerebrales que habitualmente no tienen una implicación con el mecanismo de registro de recuerdos, como la amígdala cerebral, estructura relacionada directamente con el mundo emocional.La memoria flash posee una característica: mucho tiempo después del acontecimiento somos capaces de recordarlo de una forma clara y concisa pero, a pesar de su persistencia, los detalles se deterioran irremisiblemente y los errores son incorporados al recuerdo como si se tratara de la propia realidad. Schacter ha comprobado, a partir de recuerdos muy impactantes, como la muerte de Kennedy, que los sujetos interrogados pueden recordar perfectamente qué estaban haciendo ese día pero a menudo explican circunstancias que, si pueden verificarse, no se corresponden con la realidad. En el caso mencionado, por ejemplo, muchos sujetos cometieron errores en el origen de la fuente, asegurando que se lo había contado cierta persona, por ejemplo, cuando en realidad lo vieron por la televisión y fueron ellos quienes se lo contaron a otros. De esta forma, ni siquiera esos recuerdos impactantes que evocamos con claridad diáfana, como si acabaran de ocurrir, son del todo fiables. Otros fenómenos como los recuerdos reprimidos, los falsos recuerdos, las rememoraciones de un crimen por parte de testigos oculares y la amnesia y sus variantes son lo que lleva a Schacter a subtitular su libro, poéticamente, "El frágil poder de la memoria". En realidad, leyendo el libro, uno llega a la conclusión de que si de algo no se puede uno fiar es de la memoria. Y cuesta pensar así porque somos nuestros recuerdos. Y no puedo distinguir si esta frase es original del autor, la cita en su libro, la leí en otro lado o me la he inventado a partir de algo parecido. Lo cierto es que sin nuestros recuerdos perdemos nuestra identidad. Referencias cinematográficas a este hecho no faltan: si todavía no lo han hecho vean dos extraordinarias películas: Memento y Blade Runner (¿es posible que alguien todavía no haya visto Blade Runner?) Yo amé las torres gemelas y la ciudad que las albergaba. Las visité dos veces, en el transcurso de dos viajes, hace años. Fue en el 92 cuando llegué por primera vez a Nueva York. Apenas restablecido del atontamiento que sufrí al contemplar esa increíble ciudad, mi acompañante y yo visitamos el World Trade Center. Al llegar al piso dónde estaba situado el observatorio, el 104 creo, encontramos un bar, algunas tiendas de recuerdos y como si se tratase una imagen onírica y surrealista un puesto de pop corn. Fue entonces cuando ella dijo: Nunca imaginé que en el techo del mundo hubiera una máquina de palomitas. Claro que a lo mejor no dijo exactamente eso pero fue algo parecido. Ya saben, el recuerdo es una mezcla de ficción y realidad. Los estadounidenses dicen "América no olvida". Supongo que los iraquíes o los afganos tampoco, solo que ellos no lo pueden decir tanto y tan constantemente, al menos en nuestro entorno. ¿Qué más da si la atrocidad es un avión estrellándose contra un rascacielos imposible o un bombardero descargando una bomba atómica sobre una ciudad? La brutalidad humana está hecha de la misma materia aquí, en Estados Unidos o en Afganistán. Si para algo debería servirnos el frágil poder de la memoria es para darnos cuenta que ese camino es una bestia monstruosa que se alimenta a si misma y que no tiene fin. Ojalá tengamos pocas cosas de estas para recordar en el futuro. 2002-09-11 a las 11:34 | Odiseo | 4 Comentarios | # Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://odisea.blogalia.com//trackbacks/2510
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