Canícula

Ha llegado la canícula. Es el periodo del año comprendido entre el 15 de Julio y el 15 de Agosto, aunque según algunos abarcaría hasta los primeros días de Septiembre. Estadísticamente es el momento de máximo calor en el hemisferio norte. O sea verano a tope. Me deprime la canícula. Y es que la humanidad se clasifica (entre otras muchas cosas) en dos tipos, según su veranofilia.

Tu perteneces al grupo de los lagartos si te encanta el sol y el calor. Llegas a la playa cuando todavía nadie se atreve a bañarse y la abandonas cuando ya solo queda el recuerdo de la marabunta que la invadió. Allí te tuestas, exactamente como un lagarto, bajo el sol que cae a plomo a las doce del mediodía. Se te conoce fácilmente por ese color gamba salada que te coge en cuanto empieza la temporada. Cuando cambian el horario en primavera te sientes renacer porque te deprimñia que que oscureciera tan pronto. Tu viaje soñado es a un cayo cubano, con playas de blanca arena, mar turquesa y palmeras, donde puedes quemarte tranquilamente mientras saboreas una piña colada.

Yo pertenezco al otro grupo, al de los murciélagos. Nos agotamos cuando empieza el calor y nos sentimos mucho mejor cuando se pone el sol. Tenemos un aspecto blanco enfermizo, muy característico. A veces nos da la neura y nos pegamos unas sesiones de UVA porque esta claro que el moreno favorece pero eso de achicharrarse en la playa no se ha hecho para nosotros. Siempre vamos guiñando los ojos y unas gafas de sol es parte de nuestra indumentaria imprescindible. Nos sentimos renacer cuando llega el otoño, hay que ponerse manga larga, llegan las bayas de la estación y los ajos tiernos, las naranjas se vuelven dulces y las calles se cubren de hojas. Renacemos al respirar el aire fresco que anuncia que dentro de poco llegará el invierno.

Pero para eso falta un poco todavía. Ahora toca pasar la canícula. Así pues ¡feliz verano, lagartos! Mi consuelo es que ya queda menos para que se termine.

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